[11:30:02] Manuel Montero:
mardi 7 juin 2016
cont flod (2)
Ella estaba muy fumada y en el hyper quería en día de compras que pagásemos por turnos pero que los piñones los robásemos juntos, porque el precio era desproporcionado.
A mí me parecía peligroso con la onda que llevábamos robar piñones: un piñón es un año de prisión pero con un bote entero no vuelves a ver el día. Y eso que el bote es chico… pero al precio que están…
decía la ceniza de mi cigarro, habitada aún por el fuego, ser máscara mejicana de calavera al pensamiento de ella que venía en la calada. Se lo diré dulcemente un otoño remoto si no me muero, los tiempos en que crecimos, la galerista Juana de Aizpuru estaba en los pensamientos. Nosotros éramos pobres y jóvenes, muy jóvenes.
Guacamole en las Fuentes es pintura flamenca de Granada hoy día, el estilo de los grandes señores ascéticos del estructuralismo (pronto será recordado en los memoriosos como un segundo Renacimiento )
Don Giovanni despliega la lista de sus amantes diversas como mantel de su última cena. La pintura es ese mantel y esa cena. La muerte de Sardanápalo, de Delacroix yo lo miraba a mis seis años en el Louvre de lado y sin acercarme, algo muy fuerte como exhalado salía de ese cuadro no exento de erotismo, para mí representaba la última pintura de todo pintor.
Es que creo que la quiero, que de las relaciones que he tenido es el amor de siempre, que a cada nacimiento se purifica y además últimamente he llorado. No sé qué significa, si voy a algún país del Maghreb, pedir que pongan granadina en el café. Y si entrar en detalles les puede molestar. Los pensamientos que no sabemos vincular a nuestro espacio nos abren en un vínculo con un espacio desconocido que resulta una quimera.
He hablado con ella. Está como una reina comiendo un menú del día en terraza. El bar del hyper es modesto pero con gracia. Y mientras hablábamos, pedía que le trajera el camarero el periódico. Esta noche nos vemos. Al menos yo iré a las nueve y espero no entrar en estado de shock. Hay una película, La Déésse, de Satyajit Ray, que cuenta cómo un marido viejo, celoso de la belleza de su mujer, y sabiéndose incapaz de hacerla feliz, se inventa que, meditando, Vishnu le ha revelado que su mujer es un avatar de la diosa Lakshmi y que debe ser adorada. Eso hace que la esposa sea aislada y al tiempo expuesta, forzada a operar milagros y sanaciones, recibir una fila de peregrinos… No sé por qué me he acordado de esa película.
La histeria de las mujeres la fabrican los hombres con su impotencia, con la carga de odio que les proporciona su impotencia. Por supuesto que interviene una cierta sociedad de las madres. No digo que el odio lo produzca la madre, sino que la madre puede o no dar al futuro impotente una verdadera educación, una experiencia primera y fuerte de la empatía. Y ahí intervienen los curas y la instancia religiosa. A su vez la instancia religiosa puede ser moderada o fanática, pero sólo en teoría. La realidad es que los curas y monjas granadinos van a producir en las madres que no saben emancipar su cuerpo y mente el efecto desastroso de todas las esquizofrenias, psicosis y perversiones. La madre integrará preceptos desestructurantes y hará del futuro impotente un ser lleno de odio. El padre por su parte, siguiendo con la rama de los impotentes con odio, fijará la modalidad y precio de su odio por el ejemplo. Puede ser la cobardía, como punto de partida, y de ahí en adelante todos los grados de la violencia. Frente a eso las mujeres sufren la histeria de manera puramente refleja, por reacción a lo demás.
Así que cuando la histeria femenina como hemos querido llamarla para poderla controlar se manifiesta de forma violenta entonces es cuando más lejos tienen que estar los ginecólogos de derechas, los psiquiatras, la policía del orden y el sosiego, y sí tener cerca alguien haciendo música con un tam-tam, muchos gatos y perros, un pintor, unas cuantas pintoras y poetisas, gente joven a su bola, desde niños a jóvenes adultos, y también debe estar un hombre o mujer o travesti pero guapo y bueno, y buen amante.
O nadie, según el momento. Ni idea.
Me pregunto si tener solamente café con granadina en el estómago cuando nos veamos, habida cuenta de que ella tendrá ya muy digerido el menú del día y querrá cenar y yo entonces estaré en el dilema de que no he colaborado con los gastos de casa, ya que aunque hace nada apenas anteayer éramos pareja, pues al romper con ella ayer, que era cuando tocaba poner el dinero común, pues yo no he puesto nada. El dilema tiene fácil solución, me parece. Pienso que si paso por un cajero y con lo que me queda del mes pongo mi parte, no entendería por qué me pone mala cara y me grita. Bueno, pero aún son las cuatro y estoy aquí en mi taller arreglando mi mente con estas reflexiones, así que no me ha gritado y al teléfono estaba normal. A mí me pareció normal. Lo que me pregunto es por mi estómago vacío, si no me subirán los vapores del hambre o estaré neurasténico en el caso de que hagamos el amor. Eso puede ser una catástrofe, pero no siempre, porque también puede hacerme estar más atento. Desde luego me tengo que olvidar de mis tonterías y de este texto.
Tengo tiempo de sobra para lavarme en el pilar, con esa especie de champú que me he encontrado y que no parece estropeado. También puedo calentar agua en el hornillo para afeitarme en caliente, ya que mi barba es dura y con el frío me hago heridas al afeitarme con esas maquinillas sin lubricante. Aunque me ponga champú. O entonces tendría que ir superdespacio. Yo iría con barba, pero me dijo que a veces le molestaba cuando está pinchosa si le doy besos. Que le dejo la cara desollada, en sentido en parte figurado en parte dermatológicamente cierto. Pero adivino que esta última frase la tendré que quitar porque es indiscreta, ya que habla de una marca en el cuerpo, aunque sea de un solo día.
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mardi 7 juin 2016
cont flod (2)
Ella estaba muy fumada y en el hyper quería en día de compras que pagásemos por turnos pero que los piñones los robásemos juntos, porque el precio era desproporcionado.
A mí me parecía peligroso con la onda que llevábamos robar piñones: un piñón es un año de prisión pero con un bote entero no vuelves a ver el día. Y eso que el bote es chico… pero al precio que están…
decía la ceniza de mi cigarro, habitada aún por el fuego, ser máscara mejicana de calavera al pensamiento de ella que venía en la calada. Se lo diré dulcemente un otoño remoto si no me muero, los tiempos en que crecimos, la galerista Juana de Aizpuru estaba en los pensamientos. Nosotros éramos pobres y jóvenes, muy jóvenes.
Guacamole en las Fuentes es pintura flamenca de Granada hoy día, el estilo de los grandes señores ascéticos del estructuralismo (pronto será recordado en los memoriosos como un segundo Renacimiento )
Don Giovanni despliega la lista de sus amantes diversas como mantel de su última cena. La pintura es ese mantel y esa cena. La muerte de Sardanápalo, de Delacroix yo lo miraba a mis seis años en el Louvre de lado y sin acercarme, algo muy fuerte como exhalado salía de ese cuadro no exento de erotismo, para mí representaba la última pintura de todo pintor.
Es que creo que la quiero, que de las relaciones que he tenido es el amor de siempre, que a cada nacimiento se purifica y además últimamente he llorado. No sé qué significa, si voy a algún país del Maghreb, pedir que pongan granadina en el café. Y si entrar en detalles les puede molestar. Los pensamientos que no sabemos vincular a nuestro espacio nos abren en un vínculo con un espacio desconocido que resulta una quimera.
He hablado con ella. Está como una reina comiendo un menú del día en terraza. El bar del hyper es modesto pero con gracia. Y mientras hablábamos, pedía que le trajera el camarero el periódico. Esta noche nos vemos. Al menos yo iré a las nueve y espero no entrar en estado de shock. Hay una película, La Déésse, de Satyajit Ray, que cuenta cómo un marido viejo, celoso de la belleza de su mujer, y sabiéndose incapaz de hacerla feliz, se inventa que, meditando, Vishnu le ha revelado que su mujer es un avatar de la diosa Lakshmi y que debe ser adorada. Eso hace que la esposa sea aislada y al tiempo expuesta, forzada a operar milagros y sanaciones, recibir una fila de peregrinos… No sé por qué me he acordado de esa película.
La histeria de las mujeres la fabrican los hombres con su impotencia, con la carga de odio que les proporciona su impotencia. Por supuesto que interviene una cierta sociedad de las madres. No digo que el odio lo produzca la madre, sino que la madre puede o no dar al futuro impotente una verdadera educación, una experiencia primera y fuerte de la empatía. Y ahí intervienen los curas y la instancia religiosa. A su vez la instancia religiosa puede ser moderada o fanática, pero sólo en teoría. La realidad es que los curas y monjas granadinos van a producir en las madres que no saben emancipar su cuerpo y mente el efecto desastroso de todas las esquizofrenias, psicosis y perversiones. La madre integrará preceptos desestructurantes y hará del futuro impotente un ser lleno de odio. El padre por su parte, siguiendo con la rama de los impotentes con odio, fijará la modalidad y precio de su odio por el ejemplo. Puede ser la cobardía, como punto de partida, y de ahí en adelante todos los grados de la violencia. Frente a eso las mujeres sufren la histeria de manera puramente refleja, por reacción a lo demás.
Así que cuando la histeria femenina como hemos querido llamarla para poderla controlar se manifiesta de forma violenta entonces es cuando más lejos tienen que estar los ginecólogos de derechas, los psiquiatras, la policía del orden y el sosiego, y sí tener cerca alguien haciendo música con un tam-tam, muchos gatos y perros, un pintor, unas cuantas pintoras y poetisas, gente joven a su bola, desde niños a jóvenes adultos, y también debe estar un hombre o mujer o travesti pero guapo y bueno, y buen amante.
O nadie, según el momento. Ni idea.
Me pregunto si tener solamente café con granadina en el estómago cuando nos veamos, habida cuenta de que ella tendrá ya muy digerido el menú del día y querrá cenar y yo entonces estaré en el dilema de que no he colaborado con los gastos de casa, ya que aunque hace nada apenas anteayer éramos pareja, pues al romper con ella ayer, que era cuando tocaba poner el dinero común, pues yo no he puesto nada. El dilema tiene fácil solución, me parece. Pienso que si paso por un cajero y con lo que me queda del mes pongo mi parte, no entendería por qué me pone mala cara y me grita. Bueno, pero aún son las cuatro y estoy aquí en mi taller arreglando mi mente con estas reflexiones, así que no me ha gritado y al teléfono estaba normal. A mí me pareció normal. Lo que me pregunto es por mi estómago vacío, si no me subirán los vapores del hambre o estaré neurasténico en el caso de que hagamos el amor. Eso puede ser una catástrofe, pero no siempre, porque también puede hacerme estar más atento. Desde luego me tengo que olvidar de mis tonterías y de este texto.
Tengo tiempo de sobra para lavarme en el pilar, con esa especie de champú que me he encontrado y que no parece estropeado. También puedo calentar agua en el hornillo para afeitarme en caliente, ya que mi barba es dura y con el frío me hago heridas al afeitarme con esas maquinillas sin lubricante. Aunque me ponga champú. O entonces tendría que ir superdespacio. Yo iría con barba, pero me dijo que a veces le molestaba cuando está pinchosa si le doy besos. Que le dejo la cara desollada, en sentido en parte figurado en parte dermatológicamente cierto. Pero adivino que esta última frase la tendré que quitar porque es indiscreta, ya que habla de una marca en el cuerpo, aunque sea de un solo día.
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